El reemplazante de Brown será el octavo de la temporada.
por Sebastián Arana
La cuestión extranjeros fue un dolor de cabezas para Peñarol durante esta temporada de la Liga Nacional de Básquetbol. En realidad, desde hace mucho tiempo. Tanto que cualquiera podría argumentar, sin ponerse colorado, que el último gran acierto del club “milrayitas” en ese apartado fue la contratación de Kyle Lamonte. Fines de diciembre de 2009, allá lejos en el tiempo.
Desde entonces vinieron muchos. Algunos mejores que otros. Sin embargo, ninguno de ellos hizo historia. Esta temporada ya pasaron siete jugadores. La lista la componen Jimmy Baxter, el nigeriano Reggie Okosa, Anthony Young, Wally Judge, Andrew Feeley, Todd Brown y Christopher Moss. Dentro de esa nómina, uno, el recién llegado Moss, sigue en el plantel. De los otros seis, tres fueron “cortados” por bajo rendimiento (Judge, Young y Feeley) y tres salieron del equipo por otros motivos, aunque nadie lamentó demasiado sus alejamientos.
Cuando llegue el reemplazante de Todd Brown, octavo foráneo de la temporada, Peñarol establecerá una marca negativa en su historia liguera. Nunca antes desfilaron por el equipo tantos extranjeros en un mismo torneo.
Las temporadas anteriores más movidas fueron 1991/92 (Anthony Brown, Brian Howard, Jimmy Lampley, Tony Milton, Dwayne Bryant, James Harwell y Milos Babic), 1992/93 (Lowell Hamilton, Sam Ivy, Jerome Mincy, Lawrence West, Willy Bland, Jeffrey Jenkins y George Ackles), 1993/94 (Lee Campbell, Ed Horton, Kenneth Johnson, Willie Simms, Randy Henry, Wallace Bryant y Sam Ivy) y 2001/02 (Josh Pittman, Tim Moore, Jared Prickett, Roberto Amaro, Rabdel Hechavarría, Jesús Rostán y Pablo Viera). En todas ellas el club contrató siete refuerzos de otro país.
No siempre variar mucho con los extranjeros es sinónimo de una temporada problemática. Por caso, cuando Peñarol fue campeón por primera vez, cambió y cambió hasta terminar de blindarse. A veces puede haber algo de mala suerte, como le ocurrió al propio club “milrayitas” cuando se “fugaron” Jerome Mincy y Sam Ivy.
La dirigencia “milrayitas” dificílmente hubiera despedido a Jimmy Baxter por cuestiones deportivas. Ni tampoco tenía en mente prescindir de Todd Brown, quien tomó la decisión de alejarse por cuestiones familiares.
Sin embargo, ni ellos conformaron plenamente. Esta dinámica de cambios frecuentes, esta vez, tiene que ver con bajos rendimientos y con no encontrar las soluciones esperadas.
A treinta y dos años del inicio de la aventura de la Liga Nacional, no existe fórmula infalible para dar con extranjeros confiables. Ni para un entrenador del prestigio de Sergio Hernández, ni para un dirigente avezado como Domingo Robles. En este rubro, al mejor cazador se le escapa la liebre. Y Peñarol hace rato que no puede atraparla.